Alberto Chicote, el prestigioso chef de “Pesadilla en la cocina” y “Top chef” es un mediador por naturaleza y puede que no se haya dando cuenta. En Pesadilla en la cocina nos ha regalado algunas escenas de las que cualquier mediador podría aprender.
Vamos a ver cómo de forma natural trabaja con las emociones y las enfoca a la búsqueda de una solución, en este caso para el bar “El Montecillo”. Sin duda una representación de uno de los conflictos más típicos en empresas familiares.
Te animo a que veas este vídeo para comprobarlo por ti mismo y entiendas el papel que desempeña Chicote en el conflicto.
Analizamos la actuación de Chicote y lo que podemos aprender de su trabajo:
Lo primero que hace (y así lo dice abiertamente a las partes) es buscar un espacio neutral fuera de la zona de conflicto. En este caso la conversación tiene lugar al aire libre y no en el bar familiar.
Se representa un clima de confidencialidad, básico en cualquier mediación (y digo representa porque la confidencialidad se pierde desde el momento en que se emite en televisión).
En su primera intervención, Chicote analiza y resume la situación desde la empatía, ganándose la confianza de las partes desde el primer momento (legitimación). Demuestra que entiende cómo es el conflicto y cómo se siente la familia al tener que afrontarlo.
Después va lanzando diferentes preguntas. Por ejemplo: “¿Creéis que sois una familia unida?”. Una buena pregunta que invita a la reflexión y a que las partes saquen lo que llevan dentro.
Cada palabra, cada gesto y cada emoción es información valiosa para el mediador, que la recoge sirviéndose de la escucha activa.
Chicote se sigue dirigiendo a cada una de las partes con preguntas propias de la mediación, de esas que hacen salir a flote los sentimientos más profundos, pero que al mismo tiempo van dirigidas a buscar soluciones. Pura comunicación asertiva.
Especialmente me gusta la intervención con Germán en la que consigue que comprenda que su hija necesita sentirse más arropada por él. Aunque puede parecer algo obvio, estas son las consecuencias de los problemas de comunicación entre personas. Cuando un tercero mediador analiza el conflicto desde fuera y hace las preguntas oportunas, al mismo tiempo está reparando esos puentes en la comunicación que son tan esenciales en la familia.
Chicote ha logrado en esta ocasión el equilibrio entre la comunicación verbal y no verbal. Ha sabido trabajar las emociones de manera firme y con decisión, pero también con finura y sutileza. El resultado: la reconciliación familiar y una motivación extra para seguir trabajando.
Cada mediador tiene su estilo y no hay un camino único para la resolución de los conflictos, pero sí que los mediadores debemos estar dispuestos a aprender de donde se pueda.
¡La mediación está en toda partes! ¡Descúbrela!